martes, 27 de abril de 2010

8ª etapa (Ponferrada-Sarria 104,52 kmts.)

Esta noche ha sido para enmarcar en el libro Guinnes de los récords. La habitación tenía dos literas de dos camas. Me acosté tempranito para intentar descansar lo máximo posible ya que la noche de ayer no fue muy buena que digamos, el sitio está muy bien para dormir, y al ver que sólo iba a tener un compañero pensé que tendría mejor suerte. Iluuusooo!, la que me esperaba era chiquitica. El "vecino de arriba", no ha parado de roncar en toda la noche. Hacía más ruido que un tractor er tío!!. Le daba igual, roncaba tanto cogiendo como soltando el aire. Para colmo, a primera hora de la mañana me dice que ha dormido de maravilla y que no se ha enterado si alguien ha roncado. Mecagüen!!!.
Anoche, a última hora llegaron al albergue dos peregrinos y los instalaron en la misma habitación que a un servidor. Estos dos "inquilinos"... ay madre!!. Se metieron en la cama y parecía que se había metido allí toda la orquesta sinfónica de Viena. Cómo "cantaban"; yo a eso lo llamo popurrí!. Era como un cóctel con ingredientes: sobaquillo al pilpil, aliento denominación de origen del Bierzo, pinrreles a las finas hierbas. Vamos... por si no había cenado me hubiera alimentado de lo lindo, sabes?. De la noche, ya no recuerdo nada más hasta que recuperé el conocimiento con los ronquidos del amigo. Aunque no sé que era peor, los ronquidos o el cloroformo de los "hermanos pestín". La guinda del pastel fue cuando cerraron la puerta porque decían que tenían frío!. Joooodeeeerrrrr!!. Parecía un guardia civil de la mala leche que me estaba entrando.
Menos mal que ya ha amanecido. Me dispongo a recoger todo el material, pero es que es literalmente imposible aguantar allí dentro. Os lo prometo. Parecía Londres de la tiniebla que se había levantado dentro de la habitación. He tenido que salir a la sala común de descanso para coger aire y terminar de preparar el equipaje. Me estaba poniendo morao de tanto aguantar la respiración.
Salgo del albergue dirección castillo de los templarios para salir de Ponferrada, que por cierto hasta que sales de la ciudad, casi casi ya has hecho media etapa. Me paro a desayunar y coger fuerzas para la dura etapa que me espera. Al salir del bar, me encuentro al bicigrino con el que hablé ayer en el albergue, pero sólo nos saludamos y nos deseamos buena etapa.
A la altura de Cacabelos, vuelvo a coincidir con el mismo bicigrino con el finalmente he hice una buena amistad. Llevamos más o menos el mismo ritmo, y nos vamos "identificando" poco a poco. Resulta que casi fuimos vecinos cuando yo vivía en Barcelona. Esa conversación me ayuda bastante a no darme ni cuenta de que ya he hecho unos 35 kilómetros. Me llama Lydia y estamos bastante rato hablando, por lo que le comento a Alberto que para no "estorbarle" la etapa si quiere ir tirando, continúe y ya nos veremos.
Después de cómo 15 minutos hablando, y explicando el periplo nocturno que he tenido, reinicio la marcha en dirección al que yo creía que era el último "coco" del camino: O' Cebreiro.
Ya he llegado a Ruitelán!, pero si va a resultar que estoy hecho un máquina. Este pensamiento se me fue al traste después de pasarme el desvío de "Las Herrerías" por gilip...llas!. Yo que he visto esa bajada tan pronunciada hacia La Faba, sigo el camino con mi vista de súper lince ibérico bizco y digo... Vahh.!, si luego subirá!, que le den... tiro por la carretera y ya coincidiré con la salida del camino más adelante y me reincorporo. 8 kilómetros después todavía no he visto ningún desvío para meterme en el camino. La carretera desierta de circulación porque todos van por la autovía que se ve allí arribísima. En la única casa que creo había habitada en todo ese tramo, hay una señora a la que le pregunto si sabe cuánto puede quedar hasta O' Cebreiro, y me dice con ese acento ya gallego: "Doooce!." Eing!!???. No puede ser esta señora ha calculado mal. Si según las guías desde Las Herrerías hay 8 ó 9 kilómetros, como van a faltar doce por aquí y después de lo que llevo ya!. Bueno pues... dos kilómetros más allá, veo a un señor que va paseando, al que acompañaré un rato andando y charlando. No me atrevo a preguntarle cuánto queda, pero no me puedo resistir. Me dice:
"Mira ves ese pirulí de allí arriba?, pues por detrás está O' Cebreiro. Mira, tienes desde aquí, que los tengo cuntados, cuatru hasta Piedrafiiita, y justo donde pone u mojón do kilómetro 0, hay outros catro hasta O' Cebreiro".
Me rindo!, ya no pregunto más. Justo en un mirador que hay a la salida de Pedrafita, me paro a comer y a recapacitar sobre si tiro la bicicleta por el barranco o me tiro yo. El bocadillo de chorizo con queso que me he preparado, me ha hecho entrar en razón y decido no tirar nada por el precipicio. Reanudo la marcha y alcanzo a una pareja de bicigrinos que están más acabado que las maracas de Machín. Les intento dar unos cuántos ánimos y así aprovecho y me animo a mí mismo, pero la señora me mira con cara de pocos amigos por lo que creo que no le hace mucha gracia mi compañía. Justo en el alto de O' Cebreiro mientras me estoy haciendo una foto con la señal que indica el puerto, se acerca un bus con unos turigrinos andaluces. En la iglesia donde hay tres sellos para elegir hay caravana para poner el sello. Están todos los abuelos poniéndose sellos a porrillos. Les digo: "Anda que no habéis subido bien ahí en el bus, ehhhh, Todos sentaditos.." Y uno me contesta: "Y tú xabá, que paza que no ha zubio zentao?". Joder, pues tiene razón, jajaja. La bajada la inicio por el camino, pero como hoy es mi día lerdo, enseguida me doy cuenta de que la carretera y el camino van prácticamente paralelos y el camino es tipo tobogán. En el alto de San Roque, que yo creía que era ya el de Poio, me paro para hacer unas foticos con la estatua y allí coincidiré con cuatro chicos salmantinos, y dos parejas de Galicia. Iniciamos la bajada cada uno a su ritmo pero todos por carretera. Al poco de comenzar una bajadita, suena el teléfono y me paro para hablar con Lydia, pero esta vez poco rato porque todavía no he llegado al Alto do Poio. El suficiente para que dos de los salmantinos casi echen los higadillos. Se han pasao comiendo y ahora van con el ancla echada. En el alto, reagrupación y ya nos comentamos que seguramente pararemos todos en Samos. La bajada supermegraestravertiginosadivertidaacojonanteguaydelparaguay hasta Samos la hago en un plis, llegando sobre las 17:00. Aún es temprano pero como quiero ver el monasterio decido quedarme para verlo mañana. El albergue del Monasterio es muy acogedor, tanto que el hospitalero me dice que acostumbra a dar un fuerte abrazo a todo el que se hospeda allí. Joder, con el abrazo; era más fuerte que el aliento de Drácula. Descargo todo el material y me dispongo a prepararme para la ducha, pero algo me pasa, que no es normal. Los bronquios se me empiezan a cerrar y me falta la respiración. Me salgo afuera un poco y veo pasar a los salmantinos y la pareja gallega. Ellos finalmente continúan la ruta. Vuelvo a entrar al albergue y me ocurre lo mismo. Al coger una manta para pasar la noche me doy cuenta de lo que me ocurre. La manta está húmeda. Esa era la explicación: la humedad que hay allí dentro es demasiado fuerte para mi bronquitis asmática. Se lo comento al hospitalero y a la chica de la oficina de turismo que hay justo en el monasterio y me dicen que hasta Sarria no hay nada más. Unos 12 kilómetros. Así que lamentándolo a las 18:15 recojo los bártulos y me pongo en marcha hacia Sarria. Llegada al albergue Los Blasones donde me encuentro con Alberto, el bicigrino del principio de la etapa.
Hemos decidido ir juntos a cenar, y entre tanta conversación casi nos partimos de risa. Dos tíos que no se conocían de nada, como podía ser que se rieran tanto, sin haber bebido nada de alcohol?!!. La respuesta está en....la siguiente entrada que ésta se está alargando demasiado. Ala pues!.

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